viernes, 16 de octubre de 2009


16 de octubre: día mundial de la alimentación

Como docentes, muchas veces olvidamos una fecha tan importante como el Día mundial de la alimentación. Y prueba de esta poca consideración es que durante el año escolar no supervisamos de manera consistente los alimentos que consumen nuestros alumnos en casa o en la hora del recreo. Educar no sólo es impartir conocimientos dentro de las cuatro paredes del establecimiento escolar, sino transmitir a nuestros alumnos conocimientos que puedan poner en práctica y que les permitan sostener una relación armoniosa con sus congéneres y con el medio natural que los rodea.



Una dieta adecuada comprende seis componentes básicos: glúcidos, grasas y proteínas, que proporcionan energía y renuevan los tejidos, y vitaminas, minerales y agua, que son parte esencial de los sistemas químicos. En una alimentación equilibrada el aporte calórico de proteínas debe ser de 10 a 15%, el de glúcidos (harinas, almidón, etc.) del 33 al 50%, y el de grasas del 20 al 30%, aunque estas proporciones óptimas varían según la actividad física o laboral que cada persona realiza y el clima en que vive. El correcto consumo diario es de 2000 a 4000 calorías por persona. Por debajo de las 2000 calorías existe una desnutrición crónica.

En América, los países con un consumo por encima de 3200 son EE.UU., Canadá y Argentina; México, Cuba y Puerto Rico están por encima de las 2800 calorías, Venezuela, Brasil, Colombia, Chile y Uruguay superan el promedio de 2400 calorías diarias; Perú, Bolivia y Ecuador, están en el límite con un promedio que está entre 2000 a 2300 calorías diarias. Sin embargo, en muchas zonas del Perú la desnutrición es crónica.

El hambre, que azota o asedia a la mayoría de la humanidad es causada, no por el aumento de la población, sino por la pobreza. El mundo tiene muchísima comida, pero no está equitativamente distribuida. Esto indica que no hay capacidad económica en la mayoría de la población mundial, para comprar abundante comida. Como es lógico los pobres no pueden generar demanda de los alimentos que tanto necesitan.



Pero el problema de la alimentación no tiene que ver solamente con los que comen poco, también tiene que ver con los que comen en exceso y con los hábitos alimenticios. Por ejemplo, los países que mejor se alimentan son esencialmente carnívoros: a mayor riqueza mayor consumo de carne. Esto hace que se destinen amplias extensiones de terreno para el cultivo de forrajes de animales; y dentro de esta absurda tendencia se destruyen miles de hectáreas de selva para producir alimentos destinados al ganado. El irracional consumismo de las sociedades opulentas genera depredación y daño ecológico.

Si los habitantes de los países ricos adoptaran una dieta más vegetariana, las tierras destinadas a la producción de forrajes serían menos y habría más espacio para sembrar plantas directamente utilizables en la alimentación humana. Y así el beneficio sería doble pues se favorecería a la salud de las personas y se conservaría el medio natural.




Calendario Cívico Escolar (sucinto). Mayo 2002
Imágenes: forodefotos, voltaire.net, cronicaviva.com