miércoles, 26 de enero de 2011

Football, fútbol, soccer (IV)


Los fondos de cobertura descubren un nuevo activo: los futbolistas


Nuno Goncalves apoya con fervor a Portugal en la Copa del Mundo, pero tiene más razones para ello que sus compatriotas. Este gestor de fondos de cobertura ha invertido en el defensa de 25 años del equipo portugués, Ricardo Costa.

Goncalves, de 33 años, está a cargo de tres fondos de cobertura con unos US$ 14 millones en activos para Football Players Funds Management Ltd. Básicamente compra y vende participaciones en jugadores de Europa, Brasil y otras partes. Si uno de los 15 jugadores que actualmente tiene en su portafolio sobresale y una marca importante hace una apuesta por él, la empresa de Goncalves comparte una parte de las ganancias de ese acuerdo.

Hoy, Goncalves está ansioso ante el partido de semifinales que enfrenta a Portugal con Francia. Su esperanza es que la mayor exposición pública de Costa logre atraer el interés de alguno de los clubes de fútbol más acaudalados. "Se trata de vender caro, como en cualquier otra inversión", reconoce.

Goncalves pertenece a una vanguardia de gestores de dinero que está colocando sus fondos en ámbitos sobre los cuales poseen algo de conocimiento y que también disfrutan, tales como el fútbol o el vino. El financista Malcolm Glazer y el gestos de fondos de cobertura Ken Griffin, por ejemplo, se unieron para adquirir al equipo inglés Manchester United.

Goncalves comienza sus días en su oficina leyendo los tres periódicos deportivos de Portugal. Después, toma el teléfono para hablar con sus contactos, que pueden ser ex entrenadores y agentes de jugadores. Así se entera de los chismes sobre los equipos y de la salud de los jugadores en su portafolio.

A inicios de este año, Goncalves logró esquivar una bala peligrosa. Cristiano Ronaldo, uno de sus activos, estaba siendo abucheado en un partido en Portugal cuando mostró su dedo corazón al público. Por suerte, Goncalves y su empresa ya habían vendido el contrato del delantero al Manchester United. Y no importó que el jugador haya sido una de las figuras portuguesas en este mundial. Goncalves dice que no se arrepiente de haber concretado su ganancia.

Los equipos europeos rara vez tienen jugadores a préstamo como ocurre en América Latina. En vez de ello, ofrecen enormes sumas en efectivo por los jugadores que desean tener. Los clubes más ricos muchas veces gastan US$ 40 millones o más por un jugador estrella. Goncalves suele buscar talentos desconocidos que juegan en equipos infantiles y juveniles. Cuando se interesa en un jugador, Goncalves y uno de los clubes con los cuales su empresa ha forjado una alianza hacen una oferta en efectivo por comprar los derechos de transferencia del jugador. En general, se trata de montos menores a US$ 1 millón.

En una transacción promedio, su firma aporta cerca de 15% del costo de adquisición de un jugador, mientras que el equipo profesional aporta el resto. Si al jugador le va bien y un club más grande se interesa por él, el fondo y su socio venden los derechos del jugador a un precio mayor, logrando así sus ganancias. Para mayor protección, Goncalves tiene seguros que lo cubren en caso de que un jugador se lesione o fallezca.

Cristiano Ronaldo ha sido una de sus inversiones más exitosas. En 2001, un entrenador que trabajaba para el fondo descubrió al futbolista, que entonces tenía 16 años. Ronaldo jugaba en una academia de fútbol juvenil perteneciente al Sporting de Lisboa. El club y la firma de Goncalves estimaron un valor de transferencia de US$ 1,3 millones. El fondo de cobertura pagó US$ 256.000 a Sporting de Lisbo por una participación de 20% en los derechos de transferencia.

Un año después, pagó otros US$ 384.000 para aumentar su participación a 35%. Fue la apuesta correcta. En 2003, Manchester United ofreció US$ 19,2 millones por adquirir el pase de Cristiano Ronaldo. El fondo de Goncalves se quedó con 35% del precio de transferencia, es decir, con US$ 6,7 millones. Con ello, Goncalves logró una ganancia de US$ 6,1 millones con una inversión de US$ 640.000



Zuckerman, Gregory y Keith Johnson. The Wall Street Journal Americas. En El Comercio (Lima-Perú), 05.07.2006
Imágenes: jachsper.blogspot.com
Football, fútbol, soccer (III)


El fulbo


No soy fanático del fútbol, pero me impresiona la inmensa fuerza de este deporte. Por ello he buscado una razón por qué el mundo se detiene cuando 22 fulanos corren detrás de una pelota incluso si los países que los jugadores representan no son los propios. Más aun en el caso peruano, que esta vez no toca -risueñamente- ni un pito allí, pues no hay en Alemania 2006 ni siquiera árbitros paisanos.


Luego de la reflexión, concluí que esa pasión se debe fundamentalmente a que el fútbol es la expresión máxima de la verdadera democracia popular, pues no impone restricciones a casi nadie. En el fútbol no se condiciona la edad, pues lo juegan por igual jóvenes y viejos, a veces separados en ligas, pero muchas veces juntos, como en los campeonatos de hijos y padres. Tampoco exige talla, pues hay buenos jugadores altos junto con chatos increíbles como Maradona, que no tendrían éxitos en deportes como el básquet. Ni siquiera exige un nivel de estado físico, pues brillan el atleta con su juego rápido, juntamente con el barrigón experto en la dribleada y el pase. Tampoco hay diferencia entre empleados y desempleados, pues si los primeros juegan partidos "entre colegas de trabajo", los segundos practican diariamente... pateando latas. Además, el fútbol no discrimina a los sexos; en el mundo lo juegan hombres y mujeres, aunque en muchos países, ellas, sabiamente, han decidido no competir con sus maridos actuales o potenciales. Y ni qué decir de razas o colores, pues ya vemos cómo brillan hoy en el campo blancos, negros, marrones y amarillos.


Pero la democracia del fútbol se observa sobre todo en el terreno económico, pues es un deporte de ricos y pobres. Se puede jugar con la cara pelota de cuero y logotipo internacional, con una Viniball de plástico o hasta con una modesta pelota rellena de trapos o de lo que se consiga. Además, mientras otros deportes como el béisbol exigen equipamientos sofisticados, en el modesto fútbol se puede jugar con o sin camiseta, con chimpunes, zapatillas... o sin zapatos. Y no se necesita un terreno especial, ya que se juega en cemento, tierra, césped o lo que se encuentre, y se usan arcos profesionales, blancos y acolchados, o se improvisa "el rincón de las ánimas" con un par de piedras o los maletines del colegio.


Para terminar, es tan democrático el fútbol que no discrimina a los inteligentes de los brutos. Mientras en el básquet, el tenis o el golf, se habla de puntos dobles, triples, de quinces o treintas o de handicaps, en el fútbol no hay más punto que el gol, que es o no es, tan simple que cualquiera lo entiende, tanto aquel que lo llama soccer, balompié, fútbol, futból, hasta aquel que lo llama, cariñosamente, fulbo.


¿Será entonces el fútbol un ejemplo de que la democracia sí sirve para unir al mundo?



Arellano, Rolando. El Comercio (Lima-Perú), 30.06.2006
Imágenes: freckle.blogs.com

viernes, 21 de enero de 2011

Football, fútbol, soccer (II)

Burlas, indiferencia y masculinidad: la triste vida de los aficionados al fútbol en EE.UU.



Por culpa de su pasatiempo favorito, Adam Chilenski ha aguantado burlas por más de una década. Este enfermero de 26 años de Columbus, Ohio, cuenta que sus amigos todavía se ríen de él, y que su padre piensa que es "un poco peculiar". Esta semana, Adam inventó una falsa cita con el doctor para salir más temprano del trabajo y reunirse con otros fanáticos que comparten su pasión. "Le dije a mi jefe que tenían que examinarme el pie por una uña encarnada", cuenta.


Chilenski no es seguidor de Viaje a las Estrellas ni coleccionista de cómics: Adam es un estadounidense aficionado al fútbol.


La Copa del Mundo se inicia hoy en Alemania, el primer dia de un mes completo centrado en el fútbol. En algunos países de América Latina y de Europa los juegos detienen el curso normal de los negocios. Este año, el fútbol ha detenido incluso una guerra civil: grupos étnicos enfrentados en Costa de Marfil declararon recientemente una tregua para apoyar la primera participación de la selección del país en el torneo.


En Estados Unidos, en cambio, sus seguidores deben tolerar las críticas de quienes consideran que el fútbol es lento, que se marcan pocos goles y que no es lo suficientemente "rudo" para el gusto estadounidense. "Después de tantos año, todavía luchamos contra la idea de que el fútbol no es un verdadero deporte", se lamenta Mark Spacone, un profesor de historia de secundaria que en 1995 fundó "Sam's Army" (El Ejército de Sam), la agrupación oficial de los hinchas de la selección nacional estadounidense.




Las humillaciones han continuado a pesar de que EE.UU. llegó hasta los cuartos de final en el Mundial de 2002. Los aficionados locales temen que si ahora el equipo no pasa de la primera ronda, arreciarán las críticas de comentaristas reconocidos, resucitando otra vez el ingrato recuerdo de lo que ocurrió en 1998, cuando la selección perdió los tres partidos que jugó. Entre los "enemigos" del fútbol destacan el periodista Frank Deford, el conducto de radio Jim Rohe y el ex candidato a vicepresidente Jack Kemp, quien calificó al fútbol como un deporte de "la Europa socialista". Para la gente mayor, que credió sin ver mucho fútbol, la popularidad del juego "representa una amenaza directa a la cultura y la tradición de EE.UU.", dice Franklin Foer, autor del libro How Soccer Explains the World (Cómo el fútbol explica el mundo). Foer agrega que los éxitos del equipo femenino de EE.UU. y la creciente importancia cultural de las llamadas soccer-moms -las madres de niños que juegan al fútbol-, refuerzan la percepción de que el fútbol es "menos masculino".


En otras épocas, los aficionados al fútbol intentaban combatir las críticas con argumentos sobre la historia y la elegancia del juego. Joe Gannon prefiere una estrategia más directa. En 2002, compró un viejo autobús, lo pintó de blanco, azul y rojo y lo bautizó "El Expreso del Mundial". En él, Gannon y otros fanáticos han viajado desde su Ohio natal a todos los partidos de las eliminatorias para el Mundial, a ciudades como Boston, Washington y Hartford, en Connecticut. Esta semana volaron a Alemania, donde no serán los únicos estadounidenses: la federación de fútbol de EE.UU. vendió en un día los 10 000 boletos asignados por los organizadores, y después vendieron otros 8 000.


La falta de atención de los medios, sin embargo, le confiere a la selección algo del atractivo de los que no son favoritos para ganar.


Los grandes medios de comunicación también se están acercando. En las últimas semanas, artículos sobre fútbol han llenado las portadas de revistas como Sports Illustrated, Outside y National Geographic. La semana próxima, Miramax estrenará Once in a Lifetime, un documental sobre los New York Cosmos, el equipo donde jugarón Pelé y Franz Beckenbauer y que en los años 70 abrió los ojos del país a la existencia del fútbol.


Los jugadores aprecian este cambio, pero desearían ver aún más apoyo. Frankie Hejduk, un defensa de la selección que partició en los Mundiales de 1998 y de 2002, dice que poco a poco la atmósfera en los partidos en EE.UU. empieza a parecerse a la de los estadios europeos. "Si el resto del mundo está en este tren", dice, "el fútbol no debe ser tan malo".



Weinbach, Jon. En: The Wall Street Journal Americas. Una publicación para El Comercio (Lima-Perú), 09.06.2006
Imágenes: leyendasyrelatosdefutbol.blogspot.com, heraldohn.com, rantes22.blogspot.com

Football, fútbol, soccer (I)

"Pasión de multitudes"; "deporte más popular del mundo"; que hoy se ha convertido en uno de los más suculentos negocios del capitalismo. En él, todo es mercancía: los jugadores, árbitros, zapatos, medias, camisetas y logos. También los "doctos" periodistas y/o comentaristas deportivos, las barras bravas y los gobiernos. Fútbol que puede movilizar lo mejor y peor de las capacidades humanas: arte, estrategia, inteligencia, solidaridad, embriaguez, mafias y mercenarismo... A continuación, ocho artículos sobre el "fulbo" escritos por legos en la materia; o profesionales que no están en la materia.


El fútbol altera el ritmo cardiaco


Henrik Gerdin es un hombre satisfecho. Su equipo empató sobre el final, él ganó una apuesta y su ritmo cardíaco superó el nivel de orgasmo. El sueco de 25 años participó en un experimento de la Universidad de Loughborough, Inglaterra, que estudia los efectos de apostar a un partido en el Mundial en el ritmo cardíaco. Este se inspiró en una investigación sobre el aumento de ataques cardíacos después que Argentina derrotó a Inglaterra por penales en el Mundial de 1998.




El Comercio (Lima-Perú), 28.06.2006
Impostores y falsarios (II)


En el mes de julio de 1857, el matemático Michel Chasles puso en conocimiento de la Academia de Ciencias un lote de cartas inéditas de Pascal, que le habían sido vendidas por su proveedor habitual, el ilustre falsario Vrain-Lucas. Según ellas, el autor de las Provinciales había formulado, antes que Newton, el principio de la atracción universal. No dejó de extrañarse un sabio inglés. ¿Cómo explicarse -dijo en sustancia- que estos textos recojan medidas astronómicas llevadas a cabo muchos años después de la muerte de Pascal y que sólo conoció Newton ya publicadas las primeras ediciones de su obra? Vrain-Lucas no era hombre para apurarse por tan poco, puso de nuevo mano a la obra y pronto, rearmado por él, Chasles pudo mostrar nuevos autógrafos. Ahora los firmaba Galileo y estaban dirigidos a Pascal. De esta manera se resolvía el enigma: el ilustre astrónomo había hecho las observaciones y Pascal los cálculos. Todo ello, y por ambas parates, secretamente. Cierto es que Pascal no tenía sino 18 años a la muerte de Galileo. Pero eso nada importaba; no era sino otra razón que añadir para admirar la precocidad de su genio.


Sin embargo, advirtió el infatigable objetante, existe una nueva rareza: en una de esas cartas, fechada en 1641, Galileo se queja de no poder escribir sino a costa de una gran fatiga de sus ojos, y ¿no sabemos que desde fines del año 1637 estaba completamente ciego? Perdóneme -contestó poco después el buen Chasles-, estoy de acuerdo con que hasta ahora todos creíamos en esa ceguera; pero nos equivocamos, porque puedo introducir en los debates una pieza decisiva: otro sabio italiano hizo saber a Pascal, el 2 de diciembre de 1641, que en esa fecha Galileo, cuya vista se debilitaba hacía varios años, acababa en este momento de perderla por completo...


No todos los impostores han desplegado tanta fecundidad como Vrain-Lucas; ni todos los engañados, el candor de su lamentable víctima. Pero que el insulto a la verdad sea un engranaje, que toda mentira acarree casi forzosamente como secuela muchas otras, llamadas a prestarse, por lo menos en apariencia, apoyo mutuo, es cosa que enseña la experiencia de la vida y confirma la de la historia. Es la razón por la que tantos fraudes célebres se presentan en racimos: falsos privilegios del sitio de Canterbury, falsos privilegios del ducado de Austria -suscritos por tantos grandes soberanos, de Julio César a Federico Barbarroja-, falsificaciones en forma de árbol genealógico, del caso Dreyfuss: creeríase (y no he querido citar sino algunos ejemplos) ver una multiplicación de colonias microbianas. El fraude, por naturaleza, engendra el fraude.





Bloch, Marc (1965). Introducción a la historia. México: Fondo de Cultura Económica
Imágenes: madrimasd.org

viernes, 7 de enero de 2011

Impostores y falsarios (I)
La fama, el dinero y la vanidad son los fabricantes de esta enorme tribu que distingue a la "especie humana". A partir de ellos la estafa acecha en cualquier momento de la historia. A continuación dos casos notables.



La historia del falsificador más original

La desaparición de "La Gioconda" del Museo del Louvre conmocionó a París en 1911. Casi un siglo después, la más reciente novela de Martín Caparrós causa parecida fascinación al relatar la historia del responsable del hurto: el argentino Marqués de Valfierno.

"Valfierno" (Premio Planeta Argentina 2004), ... es la historia del falso marqués Eduardo de Valfierno, habilísimo estafador argentino implicado en el robo de "La Gioconda" del museo del Louvre en 1911... Curioso personaje este Valfierno. El único dato sobre su existencia proviene de un reportaje publicado en una revista de Filadelfia en 1932, muerto ya el genial falsificador de arte.

(...)

¿Cuán riesgoso puede ser novelar un tema como el robo de "La Gioconda", que de por sí es ya especialmente novelesco?
Eso fue lo que me previno de escribir este libro durante mucho tiempo. Me parecía que la historia en sí ya era tan perfecta que no veía qué agregarle. Pero luego se me ocurrieron dos razones para contestar esta pregunta: intentar una estructura más interesante que un relato lineal e inventarle una vida al personaje de Valfierno, personaje que nadie conoce. La novela ficciona cincuenta años de su vida.

"Valfierno" es también un tratado sobre la falsificación. Señalas en la novela que la condición de la existencia de un falsificador es, justamente, la de no existir...

En este sentido, Valfierno me parece uno de los artistas más loables. En general, todo artista quiere poner por delante de la obra su propia persona, mientras que el falsificador, si quiere ser bueno en ello, lo que hace es borrar todo rastro de su persona, pretender que no existe, que el cuadro lo hizo Da Vinci, Van Gogh, quien sea. Valfierno se falsifica a sí mismo, deja de ser quien era para ser otro. Estás frente a un artista tan imbuido de su arte que se abandona a sí mismo para realizarlo.


Lo paradójico es que Valfierno, al final de sus días, buscó el reconocimiento por su gran obra, la falsificación de la Mona Lisa...

Eso es lo que siempre me interesó del personaje. Debe ser terrible saber que has hecho algo genial y te angustia saber que vas a morir sin que nadie sepa tu historia.

¿Valfierno no es también el símbolo de una Argentina que, en su fundación como nación, no buscó también copiar a Europa, un país que debió falsificar una identidad?

A mí la palabra símbolo me asusta un poco. Digamos que fue la puesta en escena de aquello que la Argentina hizo entre 1880 y 1910. En ese tiempo hubo millones de personas que se falsificaron a sí mismas como argentinas. Llegaban al puerto de Buenos Aires y eran españoles, rusos, italianos o alemanes. Convertirse en argentino implicaba una construcción de una identidad distinta, falsa. Tenían que cambiar de lengua, de comida, de lugares, de trabajo, armarse de otros personajes. Efectivamente, en ese sentido, el destino de Valfierno se relaciona con el de millones de compatriotas.


¿Esa esquizofrenia en la construcción de la identidad argentina cómo se expresa actualmente?
Habría que verlo. A principios de siglo, siempre se comparaba a la Argentina con Australia. Y aparentemente a Australia le fue mucho mejor. Quizás porque entre los primeros contingentes hacia Australia había barcos enteros cargados de putas, y eso les dio algún tipo de ventaja sobre nosotros (ríe). Lo cierto es que ese destino de aluvión está en Australia, Canadá, Estados Unidos y, sin embargo, fuimos nosotros los que peor lo hicimos. Quizás por el esfuerzo de separarnos del contexto. Intentamos tanto no ser latinoamericanos que terminamos en esta situación actual, ridícula, en que somos latinoamericanos en el peor sentido, con la desigualdad, la sociedad polarizada, la exclusión y todo eso. Un país sin un estado fuerte que se haga cargo de sus ciudadanos.

Entrevista realizada por Enrique Planas. El Comercio (Lima-Perú), 22.12.05