jueves, 26 de diciembre de 2013

Génesis 38
Historia de Judá y Tamar



Por aquel  tiempo bajó Judá de donde sus hermanos para dirigirse a cierto individuo de Adul-lam llamado Jirá. Allí conoció Judá a la hija de un cananeo llamado Súa, y tomándola por esposa se llegó a ella; ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er. Volvió a concebir y dio a luz a otro hijo, al que llamó Onán. Nuevamente dio a luz otro hijo, al que llamó Selá. Ella se encontraba en Akzib al darle a luz.

Judá tomó para su primogénito Er a una mujer llamada Tamar. Er, el primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yahveh, y Yahveh le hizo morir. Entonces Judá dijo a Onán: "Cásate con la mujer de tu hermano y cumple como cuñado con ella, procurando descendencia a tu hermano". Onán sabía que aquella descendencia no sería suya, y así, si bien tuvo relaciones con su cuñada, derramaba a tierra, evitando el dar descendencia a su hermano. Pareció mal a Yahveh lo que hacía y le hizo morir también a él. Entonces dijo Judá a su nuera Tamar: "Quédate como viuda en casa de tu padre hasta que crezca mi hijo Selá". Pues se decía: "Por si acaso muere también él, lo mismo que sus hermanos". Tamar se fue y quedó en casa de su padre.

Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, la mujer de Judá. Cuando Judá se hubo consolado, subió a Timná para el trasquileo de su rebaño, junto con Jirá su compañero adulamita. Se lo notificaron a Tamar. "Oye, tu suegro sube a Timná para el trasquileo de su rebaño". Entonces ella se quitó de encima sus ropas de viuda y se cubrió con el velo, y bien disfrazada se sentó en Petaj Enáyim, que está a la vera del camino de Timná. Veía, en efecto, que Selá había crecido, pero que ella no le era dada por mujer.




Judá la vio y la tomó por una ramera, porque se había tapado el rostro, y desviándose hacia ella dijo: "Déjame ir contigo -pues no la reconoció como su nuera. Dijo ella: "¿Y qué me das por venir conmigo?" -"Te mandaré un cabrito de mi rebaño". -Si me das prenda hasta que me lo mandes...". -"¿Qué prenda he de darte?". -"Tu sello, tu cordón y el bastón que tienes en la mano". Él se lo dio y se unió a ella, la cual quedó encinta de él. Entonces se marchó ella y, quitándose el velo, se vistió sus ropas de viuda.

Judá, por su parte, envió el cabrito por mediación de su compañero el adulamita, para rescatar la prenda de manos de la mujer, pero éste no la encontró. Preguntó a los del lugar: "¿Dónde está la ramera aquella que había en Enáyim, a  la vera del camino?" -"Ahí no ha habido ninguna ramera"-dijeron. Entonces él se volvió donde Judá y dijo: "No la he encontrado; y los mismos lugareños me han dicho que allí no ha habido ninguna ramera". "Pues que se quede con ello -dijo Judá-; que nadie se burle de nosotros. Ya ves cómo he enviado ese cabrito, y tú no la has encontrado".

Ahora bien, como a los tres meses aproximadamente, Judá recibió este aviso: "Tu nuera Tamar ha fornicado, y lo que es más, ha quedado encinta a consecuencia de ello". Dijo Judá: "Sacadla y que sea quemada". Pero cuando ya la sacaban, envió ella un recado a su suegro: "Del hombre a quien esto pertenece estoy encinta", y añadía: "Examina, por favor, de quién es este sello, este cordón y esta bastón". Judá lo reconoció y dijo: "Ella tiene más razón que yo, porque la verdad es que no la he dado por mujer a mi hijo Selá". Y nunca más volvió a tener trato con ella.

Al tiempo del parto resultó que tenía dos mellizos en el vientre. Y ocurrió que, durante el parto, uno de ellos sacó la mano, y la partera le agarró y le ató una cinta escarlata a la mano, diciendo: "Éste ha salido primero". Pero entonces retiró él la mano, y fue su hermano el que salió. Ella dijo: "¡Cómo te has abierto brecha!". Y le llamó Peres. Detrás salió su hermano, que llevaba en la mano la cinta escarlata, y le llamó Zéraj.



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Génesis 19
Origen de los moabitas y ammonitas



Subió Lot desde Soar y se quedó a vivir en el monte con sus dos hijas, temeroso de vivir en Soar. Él y sus dos hijas se instalaron en una cueva.

La mayor le dijo a la pequeña: "Nuestro padre es viejo y no hay ningún hombre en el país que se una a nosotras, como se hace en todo el mundo. Ven, vamos a propinarle vino a nuestro padre, nos acostaremos con él y así engendraremos descendencia". En efecto, propinaron vino a su padre aquella misma noche, y entró la mayor y se acostó con su padre, sin que él se enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó. Al día siguiente dijo la mayor a la pequeña: "Mira, yo me he acostado anoche con mi padre. Vamos a propinarle vino también esta noche, y entras tú a acostarte con él, y así engendraremos de nuestro padre descendencia".

Propinaron, pues, también aquella noche vino a su padre, y levantándose la pequeña se acostó con él, sin que él se enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó. Las dos hijas de Lot quedaron encinta de su padre. La mayor dio a luz un hijo, y le llamó Moab: es el padre de los actuales moabitas. La pequeña también dio a luz un hijo, y le llamó Ben Ammí: es el padre de los actuales ammonitas. 
Génesis 19
Destrucción de Sodoma y Gomorra




Los dos ángeles llegaron a Sodoma por la tarde. Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó a su encuentro y postrándose rostro en tierra, dijo: "Ea, señores, por favor, desviaos hacia la casa de este servidor vuestro. Hacéis noche, os laváis los pies, y de madrugada seguiréis vuestro camino". Ellos dijeron: "No; haremos noche en la plaza". Pero tanto porfió con ellos, que al fin se hospedaron en su casa. Él les preparó una comida cociendo unos panes cenceños y comieron.

No bien se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas, rodearon la casa desde el mozo hasta el viejo, todo el pueblo sin excepción. Llamaron a voces a Lot y le dijeron: "¿Dónde están los hombres que han venido donde ti esta noche? Sácalos, para que abusemos ellos" (*).

Lot salió donde ellos a la entrada, cerró la puerta detrás de sí, y dijo: "Por favor, hermanos, no hagáis esta maldad. Mirad, aquí tengo dos hijas que aún no han conocido varón. Os las sacaré y haced con ellas como bien os parezca, pero a estos hombres no les hagáis nada, que para eso han venido al amparo de mi techo". Mas ellos respondieron: "¡Quita allá! Uno que ha venido a avencidarse, ¿va a meterse de juez? Ahora te trataremos a ti peor que a ello". Y forcejearon con él, con Lot, de tal modo que estaban a punto de romper la puerta. Pero los hombres alargaron las manos, tiraron de Lot hacia sí, adentro de la casa, cerraron la puerta y a los hombres que estaban a la entrada de la casa les dejaron deslumbrados desde el chico hasta el grande, y mal se vieron para encontrar la entrada.


(*) El pecado contra naturaleza que toma su nombre de este relato era abominable para los israelitas (Lv 18 22) y castigado con la muerte (Lv 20 13), pero se hallaba extendido en torno a ellos (Lv 20 13). 


Eros bíblico


Un libro sagrado como La Biblia no podía evadir la tarea de proponer y dictaminar sobre los asuntos eróticos, tan ligados a la perpetuación de la vida y la búsqueda del placer. En sus páginas podemos encontrar muestras de un tosco, brutal y culpable erotismo, directamente ligado al pecado y al rechazo de las práctica de los pueblos no judíos, contemporáneos del Israel del Antiguo Testamento. Allí podemos encontrar la raíz de la atormentada sexualidad judeo-cristiana que impera actualmente en la "civilización occidental".



Génesis 6
Los hijos de Dios y las hijas de los hombres (*)

Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la haz de la tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a la que preferían de entre todas ellas. Entonces dijo Yahveh: "No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean ciento veinte años". Los nefilim existían en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos; estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.


(*) Episodio difícil (de tradición yahvista). El autor sagrado se remite a una leyenda popular sobre los Gigantes, en hebreo Nefilim, que habrían sido los Titanes orientales, nacidos de la unión entre mortales y seres celestiales. Sin pronunciarse sobre el valor de esta creencia, y disimulando su aspecto mitológico, se limita a recordar una raza insolente de superhombres, como ejemplo de la perversidad creciente que va a dar motivo al diluvio. El judaísmo posterior y casi todos los primero escritores eclesiástico han vito ángeles culpables en estos "hijos de Dios". Mas, a partir del siglo IV, en conformidad con una noción más espiritual de los ángeles, los Padres han interpretado comúnmente "los hijos de Dios" como el linaje de Set, y las "hijas de los hombres" como la descendencia de Caín.