domingo, 10 de noviembre de 2013

Dos rockeros

El rock and roll y sus derivas, constituyen el aspecto más difundido de la cultura juvenil que inundó la sociedad mundial a partir de los años 50 del siglo XX. El epicentro de esta conmoción fue el mundo anglosajón, especialmente Inglaterra, aunque la sustancia fue afroamericana. El mayor impacto de la onda rockera se sintió en las sociedades "occidentales y cristianas", y también en los sectores occidentalizados del mundo oriental. A continuación, dos rockeros: uno canónico y otro excéntrico que, sin embargo, "conversan" y se entienden.



El alma secreta

Han pasado 10 años desde que George Harrison dejó el mundo material y casi 40 de la separación de los Beatles, pero el descubrimiento de la dimensión de su aporte a la banda de Liverpool está lejos de haber terminado.

En el libro que ha aparecido para acompañar el lanzamiento de Living in The Material World (el documental de Martin Scorsese sobre George Harrison) se incluye una cita de George Martin, el productor musical de los Beatles, que revela una característica central del cuarteto. Recordando la primera sesión de grabación que tuvo con ello, Martin dice: "Miré a esos cuatro muchachos y pensé, 'bueno, ninguno de ellos da la impresión de estar por encima de los otros', y tuve que resolver en mi mente, en mi tonta mente, quién habría de ser el cantante principal. De pronto caí en la cuenta de que los tomaría como lo que eran, como un grupo. Al diablo con el cantante principal. Ellos cantarían juntos".

Poco tiempo después, Mick Jagger fue mucho más explícito y, con profunda intuición, rebautizó a los Beatles como "el monstruo de cuatro cabezas". Había comprendido que, individualmente, John, Paul, George y Ringo eran seres humanos; pero que, juntos, se convertían en una entidad que excedía largamente la suma de sus partes.



Es la ignorancia de esta peculiar naturaleza de la banda lo que ha estado siempre detrás de la absurda disputa sobre si la mayor parte del éxito que alcanzaron le corresponde a Lennon o a McCartney, así como del necio ninguneo a Starr. Pero, sobre todo, de la dificultad de aislar el aporte de Harrison al sonido del grupo, pues si no se considera los ingredientes de colaboración, competencia e inspiración mutua que tan esenciales fueron a la química de los Beatles, ese esfuerzo está inevitablemente condenado al fracaso.

George se incorporó a lo Quarry Men (el germen de lo que luego sería el mítico cuarteto) siendo apenas un adolescente (14 años) y a insistencia de su compañero de colegio Paul, que apreciaba su dominio de la guitarra. Rápidamente sintonizó con el humor irreverente y el hambre de fama de Lennon y McCartney, pero era tratado con una cierta suficiencia por ellos. Él, sin embargo, no se dejó desanimar por eso. Además, nadie discutía que los solos debían correr por cuenta suya, no únicamente en lo tocante a ejecución, sino también en su definición nota por nota, lo que le valió en algún momento reconocimiento en los créditos de composición de los temas (véase los casos de In spite of all the danger o Cry for a shadow). Y si bien ese gesto de justicia de John y Paul desapareció poco antes de la consagración de la banda, el compromiso de George con los productos musicales de sus compañeros solo acabó con la separación, en 1970. En ese sentido, es evidente que I Saw Her Standing Here, A Hard Day's Night, Drive My Car o Hey Bulldog nunca habrían ido lo que son sin los punteos de Harrison. Y lo mismo puede decirse del "riff" de guitarra acústica de And I Love Her, o el efecto del pedal en Yes It is. Pero, claro, algo parecido habría que señalar acerca de, digamos, el bajo de Paul en While My Guitar Gently Weeps o Something (dos de las composiciones más aclamadas de Harrison).


Conviene, en consecuencia, explorar el aporte de George al combo un poco más allá de aquello que se desprendía naturalmente de sus responsabilidades como primera guitarra. Ocupan un lugar especial en ese apartado los instrumentos y criterios musicales hindúes que él introdujo al grupo. Esto no se limitó, como suele creerse, a la aparición de una frase de cítara en Norwegian Wood. Se manifestó también a través de la incorporación de la tamboura y la tabla en Getting Better o Your Mother Should Know; o de la replicación de la línea melódica de la voz a través de la guitarra en Lucy in the Sky with Diamonds. Harrison, no obstante, no estaba únicamente interesado en lo que Oriente podía ofrecerles a los Beatles, pues fue él mismo quien trajo el sintetizador Moog a las grabaciones del disco Abbey Road (acaso la primera incursión de este instrumento en el rock). Una adición que benefició a su propia Here Comes the Sun, pero también al Because de Lennon o el Oh! Darling de McCartney.

Como cantante, George no lo hacía mal (y fue mejorando con el tiempo). Pero en el cuarteto tenía el reto imposible de superar a John y Paul, dos de las mejores voces que el rock británico ha conocido, así que debió conformarse con cumplir ese rol en los tema de su autoría. Hay que destacar, sin embargo, su limpio trabajo en la interpretación de los temas para tres voces, como This Boy o Sun King.

Sus virtudes como compositor, por otra parte, empezaron a resaltar en la etapa final de los Beatles con las ya mencionadas While My Guitar Gently Weeps, Here Comes The Sun y Something. Pero en honor a la verdad, esas piezas no hicieron sino confirmar lo que ya habían anunciado antes obra como If I Needed Someone, Taxman o Within You Without You.



Es difícil sintetizar en tan pocas líneas la dimensión musical de quien parece haber sido el alma y el arma secreta de los Beatles. Quizás, sin embargo, quien mejor lo haya hecho hasta ahora sea el también compositor y cantante norteamericano Paul Simon. Ambos compartieron una presentación en el programa de televisión Saturday Night Live en 1976 que, 25 años más tarde, Simon recordó así: "La amalgama de su guitarra y voz con la forma que yo tocaba y cantaba dieron a nuestro dueto una soltura y una musicalidad que me hicieron comprender cuán intrínseca y sutil fue su contribución a la brillante ola creativa de los Beatles. Él hacía sonar bien a cualquier músico sin atraer la atención sobre sí". Un epitafio que seguramente no le habría desagradado al propio George.

Ghibellini, M. El alma secreta. En Somos (Lima-Perú), 03.12.2011





Hernán Condori "Cachuca"

"Cachuca" es el líder de Los Mojarras, una banda poderosa que lo hizo famoso. Sin embargo, más que la fama, le importa la música que siga así.

Los Mojarras es una banda fundamental en nuestra escena rockera. La buena nueva es que Hernán Condori "Cachuca" y Martín Choy (exguitarrita del grupo) vuelven a tocar juntos. El concierto será mañana en el Etnias Bar (Plaza San Martín, Centro de Lima). Hay que oírlos: esto no es un retorno, solo un remember (y no hay nada más gustoso que un remember).

Rafo Ráez me dijo que en el Perú no había banda más "The Doors" que Los Mojarras...
(Ríe). Cuando conocí a Jim Morrison y a The Doors, ya habíamos grabado tres discos. Recuerdo que estábamos en el estudio de Miki González y un amigo me dice -a mí, que no veo películas, ni tele, ni escucho radio y que compongo a partir de lo vivido en la infancia y hoy- que debería ver la película de Oliver Stone. Por entonces, grabábamos un disco y yo me tomaba, cada día, dos botellas de alcohol... como Morrison. Por ese lado estamos relacionados, por la locura, por la pasión, por la bronca contra el mundo, pero musicalmente somos distinto. Nosotros tocamos desde los 80. Éramos una propuesta que ofendía. Con el rock, la gente quería escapar, no verse, no ser; yo cantaba lo que éramos.



Ha habido mucha locura en tu vida, ¿no?
Y sigue habiéndola porque sigo vivo. Me encantan las drogas lícitas y las ilícitas pero, con los años, uno va mejorando. Me gusta divertirme al máximo, voy a cantar hasta morir; no me retiraré ni cantaré homenajes a canciones que alguna vez hice. Yo me paso la vida creando, viviendo...

Necesitas vivir para crear...
Definitivamente. No soy de lo que mira mucho dentro de sí, pues uno allí solo encuentra cojudeces. Por eso prefiero mirar hacia afuera, hacia lo que me rodea y peinarme con la realidad de los demás. Los compositores tenemos la obligación de ser artista de nuestra época: no se va a hablar de caballos en época de aviones. Soy un pintor realista: si veo algo bello o terrible, lo pinto. Hoy compongo una canción para los etnocaceristas. Antauro Humala es mi pata, lo he visitado en Piedras Gordas.

Leo de todo. Carl Jug debería ser obligatorio en el colegio. ¿Música? Escucho lo nuevo. ¿Chicha? No: hoy es absurda y barata.

¿Piensas como él?
Nadie es perfecto, pero su pasión por  peruanizar al Perú me atrae. Acá todos estamos desubicados, no sabemos quiénes somos. Yo nací en el Perú y tengo este rostro inca, esta piel y este apellido. Entonces, ¿por qué no puedo triunfar en mi país? Me siento parte del cambio de una estructura: estamos peruanizando con el arte. El primer hito para cambiar a la derecha absurda han sido los artistas: Yuyachkani, los subterráneos.

Has tocado en eventos de organizaciones cercanas al MRTA...
Pero también tengo canciones a la Policía. En la época de la reconciliación y pacificación nos tocaba entender a dos peruanos que se enfrentaban por amor a su país. Por eso compuse Amigo policía, porque conozco gente allí, que luchó por el Perú, pero también tengo amigo en el otro bando. Yo no tengo miedo de opinar, no sé cómo hay artistas que no tienen opinión política, que solo se interesan por la plata.




También has tocado para los combatientes del Cenepa...
Hermano, la vida es una limonada. Hay que saber combinar el Tánatos y el Eros, nacer y morir; la realidad es esta. Como artista, yo pinto como Picasso: si hay guerra no voy a pintar la paz sino el Guernica.

Creo que el primer disco de Los Mojarras es impresionante...
Es que lo hicimos sin presión. En los otros, las disqueras me tenían como Túpac Amaru: quitándome todo, jalándome, obligándome a escribir para telenovelas. Por eso dejé todo, me denunciaron, me botaron. Entonces me dije: "No seguiré haciendo cojudeces, no volveré a hacer canciones con la misma historia: la cholita que se va a casar con el hijo del rico". Que no me jodan.

¿No te has autosaboteado?
No estar preparado para la fama es lamentable, pues te aplasta, te ahoga, te quita la libertad, te bloquea. Yo perdí a mi esposa, a mis amigos, mi familia se alejó de mí. Dios santo, pero tenía que vivir, pero la fama aburre y satura.

Te recuerdo en Nubeluz...
No podía  negarme. Una vez hasta peleé con Raúl Romero en un set, pues me mandaron a cantar un tema imbécil que hice para una novela. Tuve una discusión tremenda pero, al final, la canté, porque sabía que tenía que pagar derecho de piso. Hoy no lo haría.


Has sido protagonista de un ampay...
Solo de uno: fue en mi barrio, con borrachera y en una bronca, algo natural. Hay muchas boberías en las que no entro y, si en una de esas me encuentran en lo mío, bacán.

¿Te has quedado ganar el respeto de alguien?
Yo busco la fama, pero con respeto. Yo sustento lo que digo siendo consecuente: nunca cambié de barrio, y no les pediría a mis amigos Gian Marco, Christian Meier o Pedro Suárez que vayan a vivir a mi cerro. Sigo en El Agustino, no porque quiera hacerla de héroe, sino porque es lo natural: allí hasta los perros me conocen.

Pajares, G. Entrevista.21. En Perú21 (Lima-Perú), 03.11.11