domingo, 1 de enero de 2017

Tobías

VIII. La tumba

Cuando acabaron de comer y beber, decidieron acostarse, y tomando al joven le llevaron al aposento. Recordó Tobías las palabras de Rafael y, tomando el hígado y el corazón del pez de la bolsa donde los tenía, los puso sobre las brasas de los perfumes. El olor del pez expulsó al demonio que escapó por los aires hacia la región de Egipto. Fuese Rafael a su alcance, le ató los pies y manos y en un instante le encadenó.


Los padres salieron y cerraron la puerta de la habitación. Entonces Tobías se levantó del lecho y le dijo: "Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve." Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo:

¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres,
y bendito sea tu Nombre
por todos los siglos de los siglos!
Bendígante los cielos,
y tu creación entera,
por los siglos todos.
Tú creaste a Adán, y para él creaste
a Eva, su mujer, para sostén y ayuda,
y paa que de ambos proviniera la raza de los hombres
Tú mismo dijiste:
No es bueno que el hombre se halle solo;
hagámosle una ayuda semejante a él.
Yo no tomo a esta mi hermana
con deseo impuro,
mas con recta intención.
Ten piedad de mí y de ella
y podamos llegar juntos
a nuestra ancianidad.

Y dijeron a coro: "Amén, amén." Y se acostaron para pasar la noche.


Se levantó Ragüel y, llamando a los criados que tenía en casa, fueron a cavar una tumba, porque se decía: "No sea que haya muerto y nos sirva de mofa y escarnio." Cuando tuvieron cavada la tumba, volvió Ragüel a casa, llamó a su mujer y le dijo: "Manda a una criada que entre a ver si vive; y si ha muerto, le enterraremos sin que nadie se entere." Mandaron a la criada, encendieron la lámpara y abrieron la puerta; y entrando ella vio que estaban acostados juntos y dormidos. Salió la criada y les anunció: "Vive, nada malo ha ocurrido."