domingo, 1 de enero de 2017

Cantar de los cantares (3)

En mi lecho, por las noches, he buscado
al amor de mi alma.
Busquéle y no le hallé.
Me levantaré, pues, y recorreré la ciudad.
Por las calles y las plazas
buscaré al amor de mi alma.
Busquéle y no le hallé. 

Los centinelas me encontraron,
los que hacen la ronda en la ciudad:
"¿Habéis visto al amor de mi alma?"

Apenas habíalos pasado,
cuando encontré al amor de mi alma.
Le aprehendí y no le soltaré
hasta que le haya introducido
en la casa de mi madre,
en la alcoba de la que me concibió.

Yo os conjuro,
hijas de Jerusalén,
por las gacelas, por las ciervas del campo,
no despertéis, no desveléis al amor,
hasta que le plazca.


Tobías

VIII. La tumba

Cuando acabaron de comer y beber, decidieron acostarse, y tomando al joven le llevaron al aposento. Recordó Tobías las palabras de Rafael y, tomando el hígado y el corazón del pez de la bolsa donde los tenía, los puso sobre las brasas de los perfumes. El olor del pez expulsó al demonio que escapó por los aires hacia la región de Egipto. Fuese Rafael a su alcance, le ató los pies y manos y en un instante le encadenó.


Los padres salieron y cerraron la puerta de la habitación. Entonces Tobías se levantó del lecho y le dijo: "Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve." Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo:

¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres,
y bendito sea tu Nombre
por todos los siglos de los siglos!
Bendígante los cielos,
y tu creación entera,
por los siglos todos.
Tú creaste a Adán, y para él creaste
a Eva, su mujer, para sostén y ayuda,
y paa que de ambos proviniera la raza de los hombres
Tú mismo dijiste:
No es bueno que el hombre se halle solo;
hagámosle una ayuda semejante a él.
Yo no tomo a esta mi hermana
con deseo impuro,
mas con recta intención.
Ten piedad de mí y de ella
y podamos llegar juntos
a nuestra ancianidad.

Y dijeron a coro: "Amén, amén." Y se acostaron para pasar la noche.


Se levantó Ragüel y, llamando a los criados que tenía en casa, fueron a cavar una tumba, porque se decía: "No sea que haya muerto y nos sirva de mofa y escarnio." Cuando tuvieron cavada la tumba, volvió Ragüel a casa, llamó a su mujer y le dijo: "Manda a una criada que entre a ver si vive; y si ha muerto, le enterraremos sin que nadie se entere." Mandaron a la criada, encendieron la lámpara y abrieron la puerta; y entrando ella vio que estaban acostados juntos y dormidos. Salió la criada y les anunció: "Vive, nada malo ha ocurrido."
Tobías

VI. El pez

Partió el muchacho en compañía del ángel, y el perro les seguía. Yendo de camino, aconteció que una noche acamparon junto al río Tigris. Bajó el muchacho al río a lavarse los pies, cuando saltó del agua un gran pez que quería devorar el pie del muchacho. Éste gritó pero el ángel le dijo: "¡Agarra el pez y tenlo bien sujeto!" El muchacho se apoderó del pez y lo arrastró a tierra. El ángel añadió: "Abre el pez, sácale la hiel, el corazón y el hígado y guárdatelo; y tira los intestinios; porque su hiel, su corazón y su hígado son remedios útiles." El joven abrió el pez y tomó la hiel, el corazón y el hígado. Asó parte del pez y lo comió, salando el resto. Luego continuaron su camino, los dos juntos, hasta cerca de Media.


Preguntó entonces el muchacho al ángel: "Hermano Azarías, ¿qué remedios hay en el corazón, el hígado y la hiel del pez?" Le respondió: "Si se quema el corazón o el hígado del pez ante un hombre o una mujer atormentados por un demonio o un espíritu malo, el humo ahuyenta todo mal y le hace desaparecer para siempre. Cuanto a la hiel, untando con ella los ojos de un hombre atacado por manchas blancas, y soplando sobre las machas, queda curado."

Cuando entraron en Media, y estando ya cerca de Ecbátana, dijo Rafael al joven: "Hermano Tobías." Le respondió: "¿Qué deseas?" Contestó él: "Pararemos esta noche en casa de Ragüel; es pariente tuyo y tiene una hija que se llama Sarra, fuera de ella no tiene más hijos ni hijas; tú eres el más cercano, tienes más derechos sobre ella que todos los demásy es justo que heredes la hacienda de su padre; la muchacha es prudente , valerosa y muy bella y su padre la ama." Y añadió: "Es justo que la tomes para ti. Escúchame, hermano. Yo hablaré esta noche al padre acerca de la muchacha para que te la conceda como prometida, y a nuestro regreso de Ragués celebrarermos la boda. Estoy seguro de que Ragüel no puede negártela, ni dársela a otro, pues ser haría reo de muerte, según la sentencia del libro de Moisés, pues él sabe que te asiste el derecho a tomar a su hija por mujer. Así, pues, óyeme bien, hermano; hablaremos esta noche sobre la muchacha y que te la den como prometida; y cuando volvamos de Ragués, la tomaremos y la llevaremos con nosotros a tu casa."


Tobías respondió a Rafael: "Hermano Azarías, he oído decir que ya ha sido dada a siete maridos y que todos han muerto la noche de bodas; que cuando entraban donde ella, morían; también he oído decir que un demonio los mataba; así que tengo miedo, pues a ella no le hace ningún daño, porque la ama; pero al que intenta acercarse a ella, le mata; yo soy hijo único, y si muero, haré bajar en tristeza al sepulcro, por mi causa, la vida de mi padre y de mi madre. Ellos no tienen otro hijo que les dé sepultura."

Respondió el ángel: "¿Has olvidado las recomendaciones de tu padre, que te mandó tomar mujer de la casa de tu padre? Escúchame bien, hermano: no tengas miedo a ese demonio y tómala; sé bien que esta noche te la darán por mujer. Cuando entres en la cámara nupcial, tomas el corazón del pez y parte del hígado y lo pones sobre las brasasde los perfumes. Se difundirá el aroma y cuando el demonio lo huela, huirá y nunca aparecerá ya a su lado. Y cuando vayas a unirte a ella, levantaos primero los dos y haced oración y suplicad al Señor del Cielo que se apiade de vosotros y os salve. Y no tengas miedo, porque para ti está destinada desde un principio: tú la salvarás; ella se vendrá contigo y te aseguro que te dará hijos que serán pra ti como hermanos. No te preocupes."



Cuando Tobías oyó las razones de Rafael y que era hermana suya, del linaje de la casa de su padre, se enamoró de tal modo que se le apegó el corazón a ella.
Tobías

III. Sarra

Sucedió aquel mismo día, que también Sarra, hija de Ragüel, el de Ecbátana de Media, fue injuriada por una de las esclavas de su padre porque había sido dadaen matrimonio a siete hombres, pero el malvado demonio Asmodeo los había matado antes de que se unieran a ella como casados. La esclava le decía: "¡Eres tú la que matas a tus maridos! Ya has tenido siete, pero ni de uno siquiera has disfrutado. ¿Nos castigas porque se te mueren los maridos? ¡Vete con ellos y que nunca veamos hino ni hija tuyos!" Entonces Sarra, con el alma llena de tristeza, se echó a llorar y subió al aposento de su padre con intención de ahorcarse. Pero , reflexionando, pensó: "Acaso esto sirva para que injurien a mi padre y le digan: "Tenías una hija única, amada y se ha ahorcado porque se sentía desgraciada. No puedo consentir que mi padre, en su ancianidad, baje con tristeza a la mansión de los muertos. Es mejor que, en vez de ahorcarme, suplique al Señor que me envíe la muerte para no tener que oír injurias durante mi vida." Y en aquel momento, extendiendo las manos hacia la ventana, oró así:


Bendito seas tú, Dios de misericordia,
y bendito sea tu Nombre por los siglos,
y que todas tus obras te bendigan por siempre.
Vuelvo ahora mi rostro
y alzo mis ojos hacia ti.
Manda que y o sea librada de la tierra,
para no escuchar ultrajes.
Tú sabes, Señor, que yo estoy pura
de todo contacto de varón;
que no he mancillado mi nombre
ni el nombre de mi padre
en la tierra de mi cautividad.
Soy la única hija de mi padre;
no tiene otros hijos que le hereden,
no tiene junto a sí ningún hermano
ni pariente a quien me deba por mujer.
Ya perdí siete maridos:
¿para qué quiero la vida?
Si no te place, Señor, darme la muerte,
¡mírame con compasión!
y no tenga yo que escuchar injurias.

  
Fue oída en aquel instante, en la Gloria de Dios, la plegaria de ambos y fue enviado Rafael a curar a los dos: a Tobit, para que se le quitaran las manchas blancas de los ojos y pudiera con sus mismos ojos ver la luz de Dios; y a Sarra la de Ragüel, para entregarla por mujer a Tobías, hijo de Tobit, y librarla de Asmodeo, el demonio malvado; porque Tobías tenía más detechos sobre ella que todos cuantos la pretendían. En aquel mismo momento se volvía Tobit del patio a la casa, y Sarra, la de Ragüel, descendía del aposento.